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Foto del escritorKasia Borowczak

Conversación con Mariana García -doula para el final de la vida de Colombia que vive en Inglaterra

Kasia - Trabajas como psicóloga y death doula. ¿Que es una doula para el final de la vida y de que te ocupas?


Mariana - La palabra doula es de origen griego y significa ‘mujer al servicio de otros’, pero yo prefiero decir persona al servicio de otros, ya que no todas las doulas somos mujeres. Las doulas para el final de la vida somos más conocidas por el cuidado, apoyo, guía y acompañamiento integral que brindamos al individuo y sus seres queridos antes, durante y después de la muerte. Sin embargo, es importante resaltar que las doulas apoyamos a las personas en cualquier etapa de la vida, no solo al final, y un ejemplo de ello es el trabajo que hacemos con personas sanas y sus voluntades anticipadas. Otro aspecto importante

que no es conocido respecto a las doulas para el final de la vida es el trabajo que

realizamos a nivel comunitario, y es en esta área en la que yo más me estoy

desempeñando en el momento porque la comunidad ocupa un aspecto muy importante en nosotros desde cuando nacemos hasta cuando morimos.


Kasia - ¿Y porque decidiste ocuparte de esto?


Mariana - Pues digamos que la muerte de mi padre me mostró que estábamos haciendo muchas cosas mal como individuos y como sociedad, y entonces pensé que debería haber mejores formas de sentir, pensar y actuar frente a la muerte. Así empezó mi camino en

estos lares. La muerte es lo único 100% seguro que tenemos en la vida y lo único, después del nacer, que todos tenemos en común, pero nos hemos alejado tanto de ella que el conocimiento y las habilidades requeridas para recibirla se han perdido. Es por eso que además del apoyo individual y familiar que mencioné inicialmente, yo estoy involucrada con el movimiento de comunidades compasivas, el entrenamiento de doulas y la realización de actividades comunitarias como talleres, festivales, conferencias y Death Cafés, pues considero que es importante ofrecer espacios donde las personas puedan acercarse al tema de la muerte y el morir (y de la vida y el vivir como yo siempre digo).


Kasia - ¿Cómo puede ayudar el apoyo y servicio de una doula para el final de la vida durante la muerte?


Mariana – Una doula puede brindar apoyo a nivel físico, emocional, social y/o espiritual, de acuerdo con lo que la persona que está acercandose a su muerte quiera o necesite; cultivando su autonomía y empoderamiento, colaborando en el mantenimiento de su calidad de vida, y abogando por sus deseos/decisiones si es necesario, entre muchas otras cosas. Ahora bien, nosotras no solo estamos ahí para la persona que está en su proceso de morir sino también para sus seres queridos, ayudándoles a comprender los procesos naturales, colaborando con cosas prácticas del día a día, brindándoles espacio para que se den un

respiro, y apoyándoles con sus emociones y procesos de duelo, entre otros. Sin embargo, es importante resaltar que todo lo que nosotras hacemos lo hacemos por invitación, o sea que nunca llegamos a imponer, sino que trabajamos mancomunadamente con las personas. A este nivel entonces, nosotros trabajamos con el muriente, los familiares, el personal de salud y todas las demás personas o instituciones involucradas en la etapa final de la vida del individual; y por eso muchas veces también somos mediadoras entre las partes.


Kasia - Aunque vives en Inglaterra, de origen eres de Colombia. ¿Cuál es el enfoque

sobre la muerte, el duelo y el morir entre la comunidad colombiana? ¿Se habla sobre la muerte en Colombia?


Mariana - A mí no me gusta generalizar ya que la muerte así como el duelo son algo muy personal, pero intentaré hacerlo para responder tu pregunta. En Colombia tampoco se habla mucho sobre la muerte o el morir; y, al ser un país donde predomina la religión cristiana, la mayoría de las personas tienen un enfoque cristiano sobre la muerte, donde existe la creencia del juicio final, el cielo y el infierno (con diferentes matices). Sin embargo, en mis años de vida, yo he visto una transformación enorme respecto a lo que hacemos frente a la muerte, y en mi opinión creo que antes era algo más familiar, pausado y con apoyo comunitario, mientras que ahora es algo más externo, rápido y mercantil. Por ejemplo, en

1990 murió mi abuela, en casa y rodeada de su familia. Su cuerpo fue arreglado por sus hijos y velado por 3 días también en casa; y la gente del pueblo nos acompañó incluso varios días después de su entierro. En contraste a esta experiencia, la última muerte de una persona cercana a mí en Colombia ocurrió el año pasado, pero ella falleció en el hospital y una empresa funeraria prepagada se encargó del arreglo del cuerpo, el servicio religioso y la cremación, todo el mismo día de su muerte. Obviamente, debo resaltar que en ello interviene mucho la familia y sus deseos (así como cosas que se nos salen de las manos, como cuando estuvimos en pandemia), pero de todas formas yo creo que también ha habido un cambio social a este nivel.


Respecto al duelo, como dije antes es un proceso muy personal, pero creo que el apoyo colectivo también ha disminuido bastante y que ello nos ha generado más dificultades. Sin embargo, este aislamiento no solo pasa en Colombia sino en muchas otras partes del mundo.


Algo que algún día me gustaría investigar en Colombia son las creencias y costumbres alrededor de la muerte en los grupos nativos, ya que considero que tenemos mucho que aprender de ellos. Yo hice un trabajo al respecto con los Misak, y aunque obviamente la colonización y evangelización hicieron que muchas creencias y costumbres originarias se perdieran o transformaran, aún existen algunas características e ideologías que muestran una mirada distinta.


Kasia - Aunque en tu país de origen no se habla mucho sobre la muerte y el morir, me contaste cuando nos encontramos por primera vez que en tu casa en Colombia se hablaba abiertamente sobre estos temas.


Mariana - Si, yo tuve la fortuna de crecer en una familia en la que la muerte era parte de la vida y no era un tema tabú sino un tema a escudriñar. Desde muy chica fui llevada a funerales y mi padre siempre fue muy abierto conmigo al respecto, por lo que desde niña

me hablaba del tema y de adolescente empezó a darme libros sobre ella. ¡Además, luego me confesó que una de las razones por las que yo siempre tuve mascotas fue para que me

familiarizara con la muerte!


Mi padre fue algo así como un enamorado de la muerte. En 1972 él tuvo una experiencia cercana a la muerte y desde entonces siempre vio con esperanza el morir y se preparó para ello, llegando incluso a decir y escribir las palabras de Teresa de Jesús “muero porque no muero”.

El crecimiento espiritual y la muerte, así como el análisis de varios libros y personajes que hablaban al respecto, eran tema sagrado en nuestras conversaciones. Nos encantaba

intercambiar ideas, filosofar y hacer conjeturas mientras disfrutábamos de una tabla de quesos con vino o observábamos las estrellas acostados en el prado. Muchísimas veces nos sorprendía el amanecer en estas conversaciones y nos íbamos a dormir luego de disfrutar del nuevo sol.


Una cosa que mi padre hizo toda su vida fue escribir (documentos, poemas y libros) y grabar audios en los que no sólo exponía su visión de la muerte sino la posibilidad de su propia muerte. Entonces, si me lo permites, compartiré contigo algunos fragmentos de un poema que escribió para mi cumpleaños # 26:


Se me acorta el tiempo en esta tierra

…yo me voy y tú te quedas…

Como hombre de campo te lo digo

que tú has sido, hija, mi mejor siembra.

[…]

Igual que el polluelo en el huevo,

ya el cascarón me queda estrecho.

Los caminos se separan... por ahora

pero seguimos juntos, más allá del tiempo.

[…]

Por veintiséis años te mostré el camino.

¡No quise cargarte, pero tenía presta mi mano!

¡Hoy que sabes andar, ya me retiro

feliz por no haber vivido en vano!

(Manuel Darío García Ramón, 2006)


Kasia - Precioso. Gracias por compartirlo conmigo.


Mariana – Sí, con gusto. Como puedes ver siempre tuvimos intercambios abiertos respecto a la muerte y él estaba dispuesto a recibirla cuando llegase, por ende, cuando supimos de su cáncer en estadio 4, él decidió no hacerse ningún tratamiento para alargar su vida sino que volvió a su finca para seguir escribiendo, compartiendo con otros y morir en su ambiente.


Kasia - Su actitud fue de verdad muy extraordinaria pero vuestra relación me muestra que hay maneras de hablar sobre la muerte y acercarla de una manera tranquila y bonita. Y con tu madre hablabas sobre la muerte?


Mariana – Con mi madre hablamos más al respecto ahora que antes; y cuando lo hacemos siempre es de manera abierta. Ambas conocemos (y tenemos por escrito) los deseos de cada una para antes, durante y después de nuestras respectivas muertes, porque no sabemos quién trascenderá primero.


Kasia - El tema de la muerte está muy presente en tu vida por tu trabajo y tu propia experiencia de haber perdido tu querido padre ¿Cómo todo esto ha cambiado

tu actitud sobre la muerte y el duelo?


Mariana – Fue un cambio que empezó con la enfermedad y defunción de mi padre, pues eso hizo que me diera cuenta de lo poco preparados que estamos para recibir la muerte, para apoyar a aquellos que están en el proceso de morir y para acompañar a aquellos que sobreviven al difunto. Entonces, cuando volví a Inglaterra, me tomé un tiempo para vivir mi duelo y estudiar el tema de la muerte. Luego empecé a trabajar como voluntaria con personas de la tercera edad y en hospices; y a facilitar grupos de duelo, hasta que finalmente decidí certificarme como doula para el final de la vida. Entonces todo ello ha contribuido a lo que soy, lo que hago, lo que pienso y lo que siento ahora.


Respecto a mi actitud sobre la muerte, tengo que decir que la muerte se ha convertido en mi mejor maestra de vida, y que gracias a ella ahora vivo más plenamente y trato de “no dejar para mañana lo que pueda hacer hoy”. Creo que mi cercanía con la muerte y mi rol como dula también me han ayudado a ser una persona más compasiva, humilde, espiritual y amorosa; y el amigarme con la impermanencia me ha permitido ser más consciente del aquí y el ahora, impulsándome a disfrutar más de las cosas simples de la vida. Por su parte,

respecto al duelo, yo creo que aunque estamos inclinados a estandarizarlo y ponerle tiempos, la verdad es que es algo supremamente personal; por lo que en mi opinión no hay una única manera de hacer duelo y mucho menos una manera correcta, sino que hay tantas posibilidades y matices como personas y situaciones.


Kasia - Y como fue para ti el duelo cuando tu padre murió?


Mariana - En mi caso personal el due-lor (como yo llamo al dolor del duelo) lo sentí

profundamente cuando volví a Inglaterra. Yo creo que la soledad sumada a los días fríos y oscuros contribuyeron a que me sumergiera en un sentimiento que jamás había sentido y que por momentos se convertía en llanto incontenible. Para mí el duelo no fue (ni es) un proceso lineal. Yo sentía que avanzaba un paso y retrocedía dos. Me encontraba oscilando entre emociones y, como dicen Margaret Stroebe y Henk Schut, fluctuando entre procesos de afrontamiento orientados a la pérdida y orientados a la restauración. Sin embargo, como propone Lois Tonkin, también sentía que mi duelo no se iba, sino que mi vida crecía a su alrededor. Fue como si aprendiera a crecer alrededor de mi dolor y, como dice William Worden, al final encontré una conexión diferente pero fuerte y duradera con mi padre.


Entonces poco a poco pasé de llorar cuando veía algo que a mi padre le gustaba a disfrutarlo el doble porque a él le gustaba. Fue así como empecé a sentir a mi padre dentro de mi corazón y no solo afuera. Y es así como ahora siento más amor y gratitud que tristeza cuando lo recuerdo. Esto no significa que no lo extrañe, no, yo sigo extrañando su presencia física y de hecho hay momentos en los que aún me desbordo en llanto porque me encantaría poder tener un contacto más palpable con él; pero ese sentimiento no me detiene sino que me impulsa a seguir avanzando, porque el amor no muere con el cuerpo.


Afortunadamente yo conté (y sigo contando) con mi esposo, quien es bastante empático y me ayudó mucho. Pero nuestra falta de herramientas y la ausencia de apoyo externo me

hicieron darme cuenta de lo mal preparados que estamos como sociedad frente al duelo; y en mi opinión esto puede estar relacionado con la desconexión que tenemos con la muerte en general, porque si ni siquiera hablamos de ella ¿cómo vamos a saber qué podemos

hacer cuando otras personas o nosotros mismos tenemos un encuentro directo o indirecto con ella?

 

Mariana García es una psicóloga a quien la muerte de su padre la llevó a convertirse en una doula para el

final de la vida. Aunque es colombiana de nacimiento, actualmente vive en Reino Unido. Es miembro de End of Life Doula UK, Living Well Dying Well Training UK, Doulagivers USA y el Colegio

Colombiano de Psicólogos.


Para obtener más información sobre Mariana y su trabajo, visita su sitio web y sus cuentas de Instagram y Facebook:


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