Kasia - Tu página de Facebook es observada por más de 8000 personas. ¿Por qué llamaste tu proyecto ‘El elefante en la habitación’ y cómo tu comunidad online de duelo puede apoyar a las personas que han perdido a un ser querido?
Elene - Soy docente de tanatología de formaciones aquí en Perú y México. Cuando empecé a estudiarlo haciendo trabajo de grupo, noté que la gente con la que estudié se animó a compartir vivencias personales y cuestiones que les había pasado a ellos o personas muy cercanas a ellas. Entonces, me di cuenta de que había una necesidad tremenda para hablar cosas y que no había espacio donde hacerlo fuera de las clases.
El elefante en la habitación no es otra cosa que una situación así de grande. Imaginate si tuvieras un elefante en tu habitación y yo te visito y no te pregunto qué es esto, cómo llegó y qué hace aquí. Hay mucha gente que vive su vida con este tipo de situaciones. No es que no nos demos cuenta de los elefantes de las otras personas, pero es mucho trabajo preguntarle al otro si quiere hablar de esto. Y para hablar de esto yo antes tengo que aprender a hablar de lo mío. Mientras más todos tratemos de ocultar algo tan inocultable, se transforma en un tabú.
Empecé mi proyecto porque me di cuenta que no hay un espacio en donde todos nos atrevemos a decir: si hay un elefante. Al inicio, en la página de Facebook, solo compartía reflexiones, imágenes, herramientas como trabajar con el duelo o los libros que había leído. Luego comenzaron a escribirme las personas contándome sus historias. Estaba sorprendida de que hay tanta necesidad de contarlo a la persona que no conocen. A veces en los comentarios alguien cuenta lo que le ha pasado y cómo se siente sabiendo que nadie va a juzgar. Entonces es un espacio inclusivo, sin ninguna afiliación filosófica o religiosa de ningún tipo, en donde la gente comparte y se siente acompañada, sobre todo ahora durante la pandemia.
Kasia - No tengo mucha experiencia en hablar con las personas al final de su vida. Pasaste muchos años visitando los hospitales donde hablabas con las personas muy enfermas, a veces moribundas. Me parece que aunque sabemos que una persona al final de su vida puede tener una necesidad de hablar de su vida y la muerte, hay tanto miedo en nosotros, que al final elegimos ni empezar este tema. ¿Cómo hablar con una persona moribunda y que es importante en esta conversación?
Elena - El arte de hablar, es escuchar. Las personas al final de la vida tienen una necesidad, si están conscientes, de compartir los recuerdos o cosas que les han pasado o son importantes para ellos. Solamente quieren que quienes les rodean pongan su atención. Lo importante es sentarte al lado del otro con la mayor tranquilidad facilitando este espacio. En una conversación así, el acompañamiento es horizontal - una persona enferma guía hacia lo que quiere.
Me ha pasado que las personas que iba a visitar no querían hablar. El silencio también puede ser terapéutico para acompañar, porque la idea es que la persona no se sienta sola y que sienta que hay alguien que le mire como una persona. Hay también conversaciones al final de la vida, en las cuales uno necesita a veces ponerle su voz a las cosas que le han pasado. Porque hay cosas que no ha dicho todavía a nadie. Todo esto es muy conmovedor.
Kasia - ¿Y hay algunas preguntas que haces para empezar este tema?
Elena - Cuando iba de voluntaria, no iba a hablar necesariamente de la muerte, pero era un tema que salía. Siempre decía a las personas que visitaba: 'estoy aquí para hablar de lo que tu quieras'. A veces no hablábamos, solo me tocaba pintar o hablar de noticias, nada personal. Cuando ese vínculo se hacía más personal, se hablaban cosas. Entonces, al principio, para poder hablar con cualquier otra persona, hay que estar presente, no llevar ideas a lo que yo le quiero decir sobre la muerte o sobre lo que le va a pasar, porque no lo sé, yo nunca me he muerto.
Ahora, siempre trato de decir a la gente a que me dedico. Digo: 'podemos hablar de todo pero quizás hay algunos temas en los que probablemente quisieras profundizar'. Una buena manera que encontré en los hospitales, porque la mayoría de las personas que yo visitaba aquí en la capital de Lima, venían de otros lados del país, era hablar de sus lugares de origen. Ahora que te han contado todo eso, te van a contar otras cosas. Cómo pueden conectar su vida con las cosas que le han pasado, que extrañan, cosas que de repente ahorita les preocupan y les duelen. A veces quieren que sea como antes, pero saben que no va a ser, o se dan cuenta que gran vida han tenido. El otro a veces sólo te quiere contar. No está esperando una respuesta, no hay que validar si esta bien o esta mal, te está compartiendo algo y ya está. Una persona al final de su vida tiene tantas cosas que compartir, tantas de las que tú, como ser humano, tienes que aprender. Es un privilegio en realidad y yo agradezco mucho las veces que tengo oportunidad de acompañar a alguien en ese proceso.
Kasia - Te ocupas también de la artesanía del recuerdo. ¿Qué significa esto y cómo podemos acariciar nuestros recuerdos en el contexto de duelo? Me encanta esta expresión porque es muy suave y me da cierto tipo de seguridad.
Elena - Traté de usar palabras que iban más hacia de lo concreto, porque las palabras caricia y artesanía tienen que ver con el arte que sana . Además llevan un cierto grado de compromiso porque el duelo es un compromiso de gestión de todo dolor. Nadie lo puede hacer por ti y tampoco es algo que puedas dejar de hacer para que el dolor se resuelva solo cuando el tiempo pase. Es como si llevarás un recuerdo encerrado en un cajón pensando que no me va a doler porque no estoy muy consciente de lo que hay en este cajón. Nuevamente regresamos con mala imagen del elefante en la habitación. Cuando en realidad lo que tengo que hacer para gestionar mi dolor es afrontarlo. Sentirlo, decir acá estoy, esto me está pasando y esto concretamente me está doliendo. A veces uno confunde o cree que lo que ven es la ausencia, pero dentro de esa ausencia hay otras cosas que nos duelen. Y todo lo que nos duele en el duelo es algo personal, que es totalmente egoísta. No me duele que se haya muerto mi abuela, me duele sobre todo no tenerla.
La pandemia nos ha dejado sin lugares y la posibilidad de despedirnos y nosotros necesitamos tanto ir de lo abstracto a lo concreto. Necesitamos el cuerpo para acariciarlo, para honrarlo y despedirlo con dignidad. Yo no prometo a nadie que le voy a sanar. Lo que podemos hacer es dar un lugar a los recuerdos que tu quieres conservar. El duelo no se supera porque hay dolores con los que vives.
Entonces, en los talleres de artesanía de recuerdo lo que hacemos es evocar no solamente el recuerdo, sino también trabajarlo, buscarlo y sentirlo. Y nunca permitir que nadie te lo invalide y que te diga que te olvides de esto. Trabajamos con los objetos, la música, las comidas, las fotografías relacionados con una persona ya muerta para crear unos recuerdos saludables donde esa persona estaba viva porque estuvo viva toda su vida.
Kasia - Sé que colaboras con los empleadores enseñándoles que pueden hacer para apoyar a sus empleados en el duelo. ¿Por qué todo esto es tan importante y qué medidas los empleadores pueden tomar para crear un espacio seguro para que todos se sientan bien en su trabajo pasando por una cosa tan dura como el duelo ?
Elena - Bueno, para empezar quisiera decir que la pandemia ha hecho que todos no solamente perdamos seres queridos, sino también espacios y lugares. Porque la oficina es también el lugar donde tenemos amigos, pasamos el tiempo, compartimos muchas cosas. Es un colectivo de la gente que se apoya. Pues el hecho de que tuvimos que encerrarnos en casa ha creado un tipo de pérdida.
Al inicio, organice las charlas sobre esto en las universidades, no tanto para alumnos, sino para administrativos que empezaron a trabajar a distancia. Luego, antes de Navidad, 3-4 empresas me contrataron para hacer charlas de duelo porque se dieron cuenta que no había el espíritu de brindis porque faltaban muchas personas dentro de la empresa o la familia. Querían aprender cómo manejarlo. Ahora también trabajo para un banco organizando los talleres de pedagogía de duelo a un grupo de líderes. Hablamos cómo facilitar un espacio de conversación en donde hablemos de lo que ha pasado. Porque sucede que cuando algo grave pasa, como la muerte de un colaborador, nadie explica bien lo que ha pasado y se crea un rumor. La gente se distrae, comete más errores.
También hablamos de cómo acompañar la comunicación de malas noticias trabajando con la artesanía de recuerdos. Muchos reaccionan a la muerte de su colega diciendo: ‘no era mi amigo, pero me da pena que haya muerto’. Claro, porque era una persona con la que han compartido tiempo y probablemente hay cosas que recuerden y sobre todo que valoren de él. Les recomiendo a todos que han sido afectados que escriban, que hagan un lugar donde puedan colgar sus mensajes o una fotografía de esta persona, sin ocupar su lugar pero empezando a realizar sus funciones porque se tiene que seguir trabajando. Un empresario tiene que darse cuenta que su gente tiene que trabajar, pero no puede trabajar con dolor, así que hay que hablar de las cosas porque si no lo hacemos, nos llenamos de elefantes.
Todos tenemos que recordar que en cualquier trabajo somos personas. Nos ha pasado a todos trabajar con dolor porque se ha enfermando tu madre, porque tienen que hospitalizar a tu hermano o porque tu estas enfermo y tienes miedo de perder tu trabajo porque nadie te puede sustituir. Todo esto es algo terrible y entonces hay formas de querer acompañar en este proceso de humanización. Como un empleador tengo que saber que mi colaborador es una persona a la que le pasan cosas. Yo le ayudo a crecer a nivel económico pero este dinero también lo sirve para estudiar, cumplir metas, viajes y sueños.
Kasia - ¿Podrías contarme un poco sobre tu enfoque cultural hacia la muerte? ¿Se habla sobre este tema en Perú?
Elena - Estoy investigando este tema un poco y me parece que la sociedad actual niega la muerte. No hay espacio para la muerte, todos te quieren ver bien porque lo malo ya no se comparte. Las culturas precolombinas, como la mía de Perú, tienen la manera de llevar el duelo, de darle forma al dolor o de celebrar la vida. Pero es algo que se va perdiendo, probablemente a través de las migraciones. Yo soy de Lima, mis padres lo son, pero mis abuelos ya no. No se sabe cuántos rituales ya hemos perdido porque la comunidad de migrantes no pudo preservarlas porque fue discriminada por ejemplo. Hay gente que migra del Ande, la sierra aquí en Perú, que ha conservado rituales de celebración profundamente sanadores. Los rituales que permiten hablar de la vida, de la muerte y del dolor, como comunidad y brindarles soporte en ese momento. Pero en general diría que aquí en Perú hay esa ambivalencia y una lucha entre las nuevas generaciones que no contribuyen a ese legado y las personas mayores que sí lo hacen. Es así quizás por el desconocimiento y porque no es algo que se comparta. Se crea un tabú. La gente no habla del dolor, a pesar de que somos una socieidad muy resiliente y casi de un duelo profundo y eterno por el terrorismo, por los desaparecidos y tantas otras situaciones que a parte conllevan un duelo comunitario.
Kasia - Dijiste que acompañar y hablar con las personas que están muriendo es un privilegio porque se puede aprender tanto de ellas. Qué aprendiste de tus conversaciones y que recuerdas más de ellas?
Elena - Creo que lo que más puedo recordar es cuando hacen una revisión de su vida y se quedan con la idea de que hay que agradecer por todo lo que les pasa. No hay ninguna vivencia dura de la cual no podemos sacar aprendizaje o algo positivo que te haya conectado con una parte de ti que no conocías. Cuando las personas me cuentan su vida en la que les ha pasado de todo, yo a veces les pregunto: 'pero qué te impulsó a seguir?', porque veo que a veces no se dan cuenta de lo fuertes que habían sido.
También me parece, no sé exactamente por qué o por quién, que todos estamos conectados. Todas las emociones, por más duras que parezcan o por más emocionales que sean, todos las llevamos de igual manera.
Muy a menudo, al final de la vida en muchas personas se devuelve una especie de lucidez especial sobre su vida, como si recientemente se dieran cuenta de la experiencia de estar vivo. Pero no solamente pasar por vivir, sino por estar consciente de que la vida es este rato, que no sabemos cuánto va a durar.
Yo también creo que hay cosas que debemos decir siempre cuando nos despedimos. No podemos esperar estar en una situación encrucijada porque al final de nuestra vida, importa lo mucho que tu has querido y que te han querido. Y la gente se queda con eso. Claro, que sigue el miedo de la muerte en estas conversaciones pero merece la pena hacer este trabajo de agradecimiento.
Kasia - Me doy cuenta haciendo este proyecto que hablar sobre la muerte es hablar sobre la vida.
Elena - En realidad, el trabajo del tanatólogo no tiene que ver tanto con la muerte, sino lo que termina siendo una persona al final de la vida. Es un proceso de reconciliarse con su biografía. ¿Sabes lo que es lo más duro al final de la vida? Que a alguien nunca se haya preguntado quién es y para qué está acá. Pasó su vida trabajando pero nunca supo que le gustaba hacer y en que era bueno.
Elena Sipan Moscoso
Soy publicista, comunicadora, counselor humanista en enfoque centrado en la persona de Carl Rogers, tanatóloga y terapeuta de duelos. Directora del área de Tanatología, Duelo y Luto de la Fundación Elisabeth Kübler- Ross Perú.
Docente, terapeuta, tallerista y bloguera de la página de Facebook “El elefante en la habitación”, donde comparto herramientas y reflexiones sobre tanatología cotidiana y acompañamiento de vida. Ese espacio también funciona como consultorio online, en tiempos donde estamos distanciados físicamente y necesitamos que nos escuchen.
Defino la conjunción de mi profesión y mi vocación como una sola labor: la comunicación. Mi labor es facilitar la comunicación de las personas con ellas mismas y con los demás.
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